“Señor y Gran Arquitecto, nosotros nos humillamos a tus pies e invocamos tu perdón por la herejía en el curso de reconocer en nuestros Hermanos Masones a tus seguidores predilectos.
Luchamos siempre contra el Librepensamiento porque no habíamos comprendido que el primer deber de una religión, como afirmó el Concilio, consiste en reconocer hasta el derecho de no creer en Dios.
Habíamos perseguido a todos aquellos que dentro de la propia Iglesia, habianse distanciado del campo de la verdad, inscribiéndose en las Logias, despreciando todas las injurias y amenazas.
Habíamos irreflexiblemente acreditado que una señal de la cruz pudiese ser superior a Tres Puntos formando una pirámide.
Por todo ello, nos apenamos Señor y con tu perdón te rogamos nos hagas sentir que un Compás sobre un nuevo Altar puede significar tanto como nuestros viejos crucifijos. Amén.”
En el Congreso Masónico Mundial celebrado en la Ciudad de México DF, a mediados del mes de octubre de 1982, circuló entre los asistentes una oración muy sentida de este gran Papa que fue Juan XXIII, donde definitivamente acepta su filiación masónica.
Esta oración fue redactada en la publicación del “Journal de Géneve” en su edición del día 9 de agosto de 1966, transcrita del italiano al portugués en el “Diario do Congresso Nacional Brasileiro” el día 4 de marzo de 1971, tomado de la revista “Medio Día en punto” nº 2 de los meses de marzo y abril del año 1978.
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