El término solsticio proviene del latín solstitium que significa “Sol sistere” o “Sol quieto”. Los solsticios son los momentos del año en los que el Sol alcanza su mayor o menor altura aparente en el cielo y la duración del día o de la noche son las máximas del año. Desde un punto de vista simbólico, la festividad de los Solsticios es de suma importancia, y así ha quedado constatado en todas las tradiciones y culturas a lo largo de la historia de la Humanidad.
Para el Cristianismo, durante la época solsticial de invierno tiene lugar la venida de Jesucristo y en el solsticio de verano se celebra la festividad de San Juan Bautista. Jesucristo significa la salvación de la Humanidad hacia una vida espiritual superior, a través de la redención del alma; y San Juan Bautista es quien identifica a quien tiene que venir, al Mesias: Preciso es que El crezca y que yo mengue (Evangelio de San Juan). Así mismo, el Cristianismo sitúa la festividad de San Juan Evangelista en el solsticio de invierno, siendo éste el evangelista más crístico y de especial importancia para la Tradición Templaria.
En la Tradición Hindú, los solsticios representan las puertas del cosmos, la Puerta de los Hombres (solsticio de verano) y la Puerta de los Dioses (solsticio de invierno), coincidiendo con la Tradición Pitagórica y la Tradición romana de Jano.
Etimológicamente la palabra Juan se relaciona con el vocablo latino Janua cuya traducción es puerta y del que se deriva januarius, enero, o iniciación. La letra griega Delta, de forma triangular, significa puerta, y era utilizada por los antiguos en las puertas de acceso a los templos iniciáticos.
El Cristianismo sustituye el vocablo Janua o Janus etrusco y su equivalente Saturno (regente del Tiempo) de los frigios y los griegos por San Juan.
Jano para los romanos tiene una triple faz, dos caras, una opuesta a la otra, una hacia el solsticio de invierno (signo de Capricornio) y otra hacia el solsticio de verano (signo de cáncer) y una tercera cara ausente que representaría al momento presente, desconocido para el hombre ligado al devenir del tiempo.
Jano era a la vez el dios de la Iniciación a los Misterios y el de las corporaciones de arquitectos, presidía los Collegia Fabrorum, escuelas iniciáticas vinculadas con el ejercicio de la construcción y antecesores de los gremios de constructores medievales. Jano era un antiguo dios asirio-babilónico, y para los romanos precedía todo nacimiento, de hombres, del cosmos o de las acciones venideras. Lleva dos llaves, por lo que se le relaciona con una deidad de aperturas o de inicios; Para el Cristianismo las llaves de Jano, en su simbología abren y cierran el “Reino de los Cielos y el de la Tierra”, una llave es de oro y otra de plata. Aunque la Tradición Cristiana convierte a Jano en los dos Juanes, su antiguo simbolismo permanece invariable.
Este rito da testimonio de las enseñanzas transmitidas por los Antiguos: la vida es cíclica, todo cuanto se ve animado por la vida crece y decrece, y gracias a la existencia de dos “puertas” liberadoras, la Puerta de los hombres y la Puerta de los dioses, el hombre deja de ser el eterno prisionero del tiempo y de las Tinieblas.